"La
chica que soñaba despierta"
– Mamá,
cuéntame otra vez el cuento de la niña que soñaba con la boca abierta.
– ¿Con la
boca abierta? Cariño, será con los ojos abiertos... – ¡Eso, eso!
-Pues era una
chica, algo más mayor que tú, que cuando era pequeña tenía más imaginación que
Walt Disney. No paraba de soñar y de soñar,… ¡Hasta soñaba despierta!
De niña
soñaba con pilotar aviones para subir a lo más alto del cielo, jugar al
escondite con la luna y poder pintarle una sonrisa al sol. Quería saltar entre
las nubes con forma de corderitos, serpentear entre las gotas de lluvia y
flotar, flotar dejándose mecer por suaves corrientes de aire que la llevaran de
aquí para allá.
Soñaba con
ser protagonista y directora de su propia vida, escribir el guión según su
inspiración y editarlo cuando cambiara de idea. Imaginaba que vivía los finales
más inverosímiles y las locuras más impensables, mientras de fondo sonaba la
banda sonora de su vida, la que ella misma componía entre sorbos de café y
suspiros que se le escapaban.
Soñaba que
llevaba el volante de su vida mientras el aire le despeinaba su melena.
Saludaría a la gente al pasar, siempre feliz de verla. Viajaría por un mundo
sin fronteras, con una pequeña maleta de color turquesa; el rosa nunca fue su
favorito. Dormiría cada noche en un lugar distinto y haría amigos allá donde
fuera. Pero de los de verdad.
Soñaba con
ser Sandy y enamorar al chico duro del instituto, ese que siempre viste de
negro y cuya cazadora de cuero es la envidia de sus amigos. La llevaría al
baile del instituto y ella le animaría en los partidos de fútbol; pero desde la
grada, que eso de ser animadora no lo veía del todo claro.
Soñaba con
ser bailarina de ballet, mientras se movía al compás del Cascanueces y de
puntillas se balanceaba a lo largo de su habitación. A ratos quería ser
campeona de gimnasia rítmica, peinada con un alto moño y realizando graciosas
piruetas. Pero las más de las ocasiones era una intrépida amazona, que a nada
le temía y que en cualquier rincón se colaba.
Soñaba con
ser maestra los lunes, para estar rodeada de niños y de juegos; atender a
ancianitos en su consulta de martes a jueves y a cualquier animalito los
viernes; los fines de semana sería escritora, de las que escriben bonitas historias
y personajes inolvidables.
Soñaba que no
despertaba nunca, que cumplía las ilusiones que nacieron en su infancia y que
no olvidaba ninguna de las promesas que alguna vez hizo. Tejía sus sueños entre
consejos de su almohada y en compañía de la noche cómplice, proponiéndose
cumplirlos en cuanto le despertaban los primeros rayos de luz del día.
cómplice,
proponiéndose cumplirlos en cuanto le despertaban los primeros rayos de luz del
día.
Soñaba con no
crecer nunca, mantener la inocencia de la infancia y no dejar de creer. Creería
en la magia de la Navidad ,
los finales de película y en el arco iris que siempre sale tras la lluvia.
Nunca se parecería a los mayores, quienes nunca tienen tiempo para nada y
siempre tienen cosas importantes y muy aburridas que hacer.
Soñaba que si
se perdía, volvería a casa con solo juntar los talones y dar unos golpecitos a
sus bonitos zapatos rojos, (¿o eran color plata?) Se vestiría con sus mejores
vestidos, pues sabía que las ocasiones especiales rara vez llegan, sino que
suceden a diario. Y ella no se perdería ninguna.
Ella conocía
lo que suelen decir, que los sueños tienen significado propio, por rocambolesco
que nos parezca. Que hablan sobre nosotros y que predicen el futuro. Algo así
como dime qué sueñas y te diré cómo eres, tus miedos y tus deseos. Por eso se
aferraba a sus sueños, esos que eran tan suyos y por lo que pensaba luchar
contra viento y marea.
“¿Por qué
contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?”
De:(Helen Keller)
Publicado por : Salmagaya Salen.
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