martes, 3 de septiembre de 2019

EL VIOLIN Y LA MARIPOSA



EL VIOLÍN Y LA MARIPOSA

Erase una vez, en un país lejano y cercano...un violín viejo y destemplado -que sepultado al fondo de un armario- vivía sus horas más amargas, olvidado del viento y de unas manos que supieran extraer -como antaño- sus más hermosas melodías.
Sucedió que un día, el armario crujió y de pronto, una de sus puertas quedó apenas entreabierta; lo suficiente, para que un gusano lento y despistado, se colase por ese espacio yendo a parar justo a la entrada del agujero, que una polilla tiempo atrás, había abierto en el estuche de cuero que contenía al Stradivarius, más a modo de tumba que de casa, ciertamente.

El gusano -en busca de acomodo- encontró aquella apertura interesante y por ella se deslizó sin pensárselo. Trepó y trepó hasta encontrar en la caja de resonancia, un lugar cómodo y agradable donde cobijarse y ahí -sin saber cómo- empezó a construirse un albergue, confortable y cálido.
El violín estaba confuso y asombrado., sentía que un copo de vida le habitaba en las entrañas y aun cuando todo aquello era del todo extraño, se decidió a servir de nido para aquella criaturita extraviada.



No habían pasado ni dos horas, cuando todo un mar de ruidos invadió la estancia donde se encontraba el armario; sus puertas ahora se abrieron de par en par, siendo unas diminutas y pálidas manos, las que lo transportaron a un jardín luminoso -donde por primera vez en décadas- el viejo violín olvidado, pudo sentir la suave caricia del viento oscilante, mecerse por cada una sus cuatro cuerdas y el calor de sol, envolviendo su noble cuerpo templándolo.

Reconocía aquel viejo violín de roble, los ojos que lo observaban, aquellas manos que durante años lo habían sostenido y luego olvidado; reconoció ese par de ojos oscuros como la noche y la suave caricia del cuello, en armónica contraposición a la dureza del hombro sobre el que por fin volvía a asentarse; el ímpetu hizo saltar sus cuerdas y la música volvió a brotar de la caja de resonancia.


El anciano, acarició su veteada piel y comenzó primero tembloroso e inestable, luego confiado y finalmente, apasionado, a hacer brincar de alborozo las cuerdas, bien tirantes, mientras la música fluía a la vida y se balanceaba alborotada, germinando alegremente a través de aquella madera, manos y arco, tras el largo sueño de letargo.

En un momento, quiso la emoción derramarse y el viejo vertió una lágrima, que fue a parar directamente al capullo que había formado antes el gusano.

El viejo, transfigurado en el hombre de los ojos oscuros como la noche, había regresado a la música, como regresa un violin a la vida...del mismo modo. En un acto de amor sublime, volvió el hombre a ser viejo y volvió el violin a ser joven, cuando el abuelo, con todo el amor que pueda entregarse, confió el violin a las pequeñas y pálidas manos de su nieta de ocho años.


La pequeña -una sensible niña dulce y tímida- comenzó a tocar -tímida y dulcemente también- la misma hermosa melodía del viejo que fue joven y en ese instante, sucedió: ¡nada más que lo que tenía que ocurrir!

...Que la música despertó al viejo, la música despertó al violín y la música, despertó finalmente, a la mariposa que antes fue gusano en el!



Publicado por :Salmagaya Salen

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